viernes, 25 de abril de 2014

MONICIONES DOMINGO II DE PASCUA

II Domingo de Pascua 

27 de abril de 2014


Moniciones

MONICIÓN DE ENTRADA
Os deseamos, hermanos y hermanas, la más cariñosa bienvenida a nuestra Eucaristía. En este Segundo Domingo de Pascua, contemplaremos la escena impresionante del Apóstol Tomás, de incrédulo a gran creyente que, además, pronunció una de las más bellas jaculatorias de la realidad cristiana. “Señor Mío y Dios Mío, al ver a Jesús. Y celebramos también la fiesta de la Divina Misericordia instituida por el Papa Juan Pablo II, que además, en su momento, coincidió con su muerte… Y hoy Domingo 27, en una realidad plena de alegría, la Iglesia Universal, de mano del Papa Francisco, canoniza a Juan XXIII y a Juan Pablo II, grandes puntales de nuestra fe y pontífices total y fecundamente relacionados con el Santo Concilio Vaticano II. Día grande para la Iglesia y para todos nosotros que, también, a pesar de nuestros defectos, esperamos la santidad que Cristo nos ofrece. Y así con enorme emoción iniciamos con alegría nuestra asamblea… Y decimos: ¡San Juan XXIII, San Juan Pablo II, rogad por nosotros!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- En la primera lectura, sacada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, oiremos como lo tenían todo en común y rezaban juntos continuamente. Hay en el espíritu del cristiano actual una nostalgia de esa vida en unión de los primeros cristianos y que hoy, todavía, profesan las ordenes religiosas.
S.- Digamos primero que tanto este salmo 117, como los anteriores, 116 y 115, se inician en su texto original con el grito de Aleluya, muy indicado para este tiempo Pascual. Pero, además, el 117 era un himno para ser cantado en la Fiesta de los Tabernáculos y hay una teoría histórica al respecto de su origen. Y es que bien parece que las victorias de los Macabeos podrían haberlo inspirado.
2.- La primera Carta del Apóstol Pedro, que es nuestra segunda lectura de hoy, guarda un gran parecido con los primeros discursos de San Pedro reflejados en los Hechos de los Apóstoles. Guarda, pues, una muy especial coherencia con los mensajes de los textos litúrgicos de hoy.
3.- Se llama a este Domingo, el de Tomás, por la especial escena sobre su fe. Pero además son las apariciones del Señor Jesús en Domingo, lo que produciría la institución del primer día de la semana como Día del Señor, sustituyendo a la veneración por el sábado que profesaba la religión judía. Y como hemos oído en la monición de entrada, nos llega el mensaje de la fe de Tomás y de su arrepentimiento por no creer. Y, así, desde entonces en la cristiandad resuena su “¡Dios mío y Señor Mío!” como una de las oraciones más bellas que podemos recitar en presencia del Señor Jesús Resucitado.

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